Jessica Espinoza, investigadora del Centro Interuniversitario de Envejecimiento Saludable (CIES) y académica de UTalca.
Cuando hablamos de la condición física, nos referimos a la capacidad para realizar nuestras tareas diarias con vitalidad, mayor eficiencia y en forma segura. Al respecto, para mantener una buena condición física es importante una alimentación balanceada, de esta manera evitamos los cambios antropométricos como son la acumulación de grasa corporal u obesidad o la pérdida de masa muscular, por otro lado, es importante la calidad del sueño y el ejercicio físico que es fundamental.
Respecto a la actividad física, tiene que ser multimodal, es decir, que incluya todas las capacidades físicas motoras tales como, la flexibilidad y el estiramiento al inicio y final de la sesión de ejercicios.
Se debe incorporar la fuerza al menos 2 veces por semana progresando la carga, es decir ejercicios en que la persona tenga que vencer una resistencia que puede ser el propio peso corporal o resistencias externas como bandas o pesas. Es importante también incluir ejercicios de potencia muscular, es decir la capacidad de generar fuerza con velocidad por ejemplo levantarse y sentarse rápido de una silla la mayor cantidad de veces en un tiempo determinado (por ejemplo, en 30 segundos).
Además, ejercicios que incorporen la resistencia cardiorrespiratoria como caminar que es un ejercicio aeróbico, mínimo 30 minutos o 10 mil pasos diarios que es lo recomendable. Ejercicios de equilibrio, para evitar las caídas, por ejemplo sostener el cuerpo en punta de pies y luego talones con apoyo de una silla, progresando a ejercicio sin apoyo, o con un bastón y ejercicios de coordinación. Es importante también estimular la memoria con ejercicios simples como recordar qué comimos el día anterior al desayuno, almuerzo y cena, por ejemplo, o realizar los ejercicios físicos incorporando una tarea cognitiva como sumar y restar cierta cantidad.
Mientras antes se comience a realizar el ejercicio físico y cuidar los hábitos, mayor va a ser la reserva funcional para evitar un declive brusco de la condición física, por lo tanto mientras antes, mejor.